Siempre me ha gustado “narrar mi
trabajo”.
Ahora está de moda (¡qué
remedio!) pero hace algunos años, en las empresas, había personas muy valiosas
que atesoraban sus conocimientos.
Personas que a duras penas intercambiaban
algunas palabras sobre su último proyecto. Personas que abiertamente te decían:
“si lo comparto, cualquiera podrá hacerlo igual y ya no seré imprescindible”.
Pobrecitos.
Estas personas no trabajaban
utilizando la red corporativa. Guardaban sus ficheros en el disco duro de su
ordenador. Eran expertos en “vender” su conocimiento sin mostrarlo, sin hacerlo
explícito. Ellos sabían hacer las cosas, pero no te explicaban cómo. Nunca.
No entendían que el valor no
estaba en ese modelo que seguramente ellos habían copiado de un gurú al que
escucharon o leyeron, sino en su enfoque personal al explicarlo, al aplicarlo o
difundirlo. El valor estaba en ellos.
Siempre me ha parecido que
estaban equivocados y, aunque a algunos su estrategia parecía funcionarles,
nunca hubiera aceptado que alguien pensara de mi lo que yo opinaba de ellos. A
mí me gusta contar lo que hago, pedir opinión, completar mi visión con la
visión de los otros. A mí me gusta aprender y me parece la única manera sensata
de trabajar hoy. A mí me gusta también que otros
utilicen mi experiencia como palanca para sus proyectos, para solucionar sus
dudas y abordar problemas.
Pues bien, los tiempos han
cambiado. No se trata de estrategias o de gustos. Ahora “narrar el trabajo” es una necesidad. Por eso voy a intentar daros
algunas razones para que defendáis conmigo el Trabajar en Voz Alta (Working Out Loud, WOL):
1. El conocimiento está visible en la red. Los más sabios lo comparten
minuto a minuto en las redes sociales. Cualquier persona en tu organización que
tenga competencia digital y criterio tendrá acceso a él. Atesorar el tuyo es
ridículo. En cambio, a todos nos importa tu
visión personal sobre la aplicación de ese conocimiento en el trabajo real.
Queremos saber qué hiciste ante un reto concreto y tu análisis de los
resultados. Las buenas prácticas si fue un éxito y las lecciones aprendidas si hubo problemas.
2. Las cosas suceden deprisa ahora. Tienes que ser capaz de dar una
respuesta rápida a las necesidades de los clientes, resolver con agilidad los
problemas en los proyectos... Las personas que saben cómo hacerlo y comparten,
son las que se hacen más visibles en la organización, las más valiosas. Se necesita gente dispuesta a aportar su
experiencia para que todo fluya.
3. El aprendizaje es un activo personal y de empresa. Las personas
aprendemos trabajando e interaccionando con otros. Establecer mecanismos para
favorecer ese aprendizaje es una garantía de motivación en lo personal
y de crecimiento y desarrollo organizacional.
4. El mundo es pequeño pero diverso. Tenemos que “entender lo local”
si queremos ser globales. Necesitamos establecer un canal de comunicación con
nuestros compañeros que trabajan en otros entornos. Que nos cuenten cómo funcionan allí las cosas.
Las empresas que apuesten por el trabajo en voz alta (#WOL) serán las
que sobrevivan. Muchas tendrán que aprender cómo hacerlo. La tecnología es un
medio, pero lo importante es lo que normalmente llamamos “cultura
organizacional”.
Esto significa:
- proporcionar espacio (virtual o físico) y tiempo para que las personas cuenten lo que están haciendo en el trabajo
- facilitar el aprendizaje personal, la curación de contenido, el desarrollo de las competencias digitales
- establecer los procesos de gestión del conocimiento que mejor se adapten a las características de nuestra organización
- facilitar las herramientas de comunicación
- fomentar y recompensar la colaboración y la participación en los canales de comunicación establecidos
¿Estás preparado para Trabajar en Voz Alta?
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